sábado, 15 de diciembre de 2012

Vuelta al Duero

Pocinho - Pinhão

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El Duero, desde el mirador de Vargelas. A la derecha puente y pueblo de Ferradosa

Tres años después del primer viaje por el Douro Vinhateiro–Octubre 2009- volvemos a recorrerlo aprovechando unos días festivos de la primera semana de Diciembre. Entonces nos centramos en el tramo más turístico, y uno de los más bonitos -Peso da Regua /Pinhao-, ahora vamos a comenzar el recorrido por el Douro Vinhateiro desde la zona más próxima a la frontera española –Pocinho- para llegar hasta Peso da Regua.

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Geometría del Duero, trazada a mano en una labor de siglos

Desde León el trayecto se alarga un poco más en Km. y en tiempo. Si se hace el recorrido entrando en Portugal por Verín se llega  a Vila Real y Peso da Regua circulando por las buenísimas y solitarias autopistas portuguesas. En cambio, para llegar a Pocinho elegimos el trayecto León-Benavente-Rionegro del Puente, donde abandonamos la autovía de las Rías Bajas y nos dirigimos a la frontera portuguesa por Alcañices. No volvemos a encontrar ningún tramo de autopista o autovía.

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Alto Douro Vinhateiro, 2000 años produciendo vino

Amanece y circulamos por la ribera del Tera, atravesando los bancos de niebla que siguen el curso del rio y el fondo de los valles. Llegamos hasta Vimioso, el GPS nos quiere llDouro-28evar por carreteras sinuosas hacia el suroeste, pero decidimos seguir nuestra ruta por Macedo de los Cavaleiros. Unos Km por carreteras de segundo y tercer orden, hasta Macedo; a partir de ahí circulamos por la IP-2, vía rápida y nueva –con muchos tramos de doble carril- hasta Junqueira, donde la IP2 continua por el antiguo trazado, más estrecho y retorcido para llegar a Pocinho. A cambio, este recorrido cruza unos  cuantos pueblos y aldeas. Veremos unos bonitos paisajes de los montes portugueses. En el ultimo tramo circulamos en paralelo con el río Sabor. Cerca de Torre de Moncorvo vemos ya casi construida la pared del pantano que empezará a embalsar agua en el año 2013.

Nos encontramos de frente con el Duero a la altura de Foz do Sabor, unos km. antes de llegar a Pocinho. La señalización –y los viñedos-  nos indican que entramos en la zona del “Douro Vinhateiro”. Nos detenemos a disfrutar del paisaje que ofrece el rio, rodeado de viñas y alguna Quinta. Vemos, en la ladera, el cartel que identifica los viñedos de la famosa Quinta do Valle Meão. Fue la última que construyó la “Ferreirinha”, partiendo de la nada quiso construir una explotación modélica, aunando la experiencia acumulada a lo largo de toda su vida como empresaria vinícola.

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Viñedos de la Quinta do Valle Meão

Actualmente, uno de sus tataranietos, de origen y apellido vasco -Francisco Javier de Olazabal- ha vuelto a reunir las parcelas en las que se había dividido la Quinta por sucesivas herencias. Su nombre, Valle Meão, suena mal en castellano; significa “medio” o “en el medio” y hace referencia a la situación de la propiedad en el centro de un meandro del Duero.

En la Quinta do Valle Meão se producen vinos de altísima calidad y prestigio, como antiguamente. De estas viñas salió un vino de leyenda, el Barca Velha, motivo de orgullo nacional. Ya hace años dejó de producirse. 

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Mapa de la región vinícola del Douro. Mediados del siglo XIX. Barón de Forrester

jj_forresterLa historia del vino del Duero y Oporto está unida a dos personajes míticos.

El Barón de  Forrester (1809-1861) y Antonia Adelaide Ferreira (1811-1896), llamada popularmente Doña Antonia o “A Ferreirinha”.

El inglés, al que otorgaron el titulo de Barón por trazar los primeros mapas de la zona vitivinícola y por su labor para preservar la calidad del vino de Oporto, y Antonia Ferreira, eran contemporáneos.

Ella fue una mujer avanzada a su tiempo, una autentica bussines womam. Dedicó su vida a trabajar y dar trabajo en esta zona, mejorando considerablemente las condiciones de vida de muchos de sus pueblos y habitantes. Reunió un imperio vinícola y una gran fortuna, a su muerte poseía ferreirinhamás de 30 quintas en el Duero y su marca –Ferreira- estuvo en manos de sus descendientes hasta los años 80, adquirida por la multinacional Sogrape.

Sus vidas en la región del vino de Oporto fueron paralelas, juntos iban en el rabelo que naufragó en el salto de Valeira, actualmente desaparecido bajo el embalse del mismo nombre. En el accidente murió ahogado el Barón de Forrester, dicen que por el peso de las monedas de oro que llevaba en el cinturón, producto de la venta de uva que acababa de realizar. La “Ferreirinha” salvó la vida gracias al  miriñaque de su faldamento; al caer se llenó de aire y se mantuvo a flote. Viviría hasta los 86 años de edad.

Acompañados por el inmenso Duero, a nuestra derecha, seguimos viaje hasta Pocinho, donde antes de llegar al pueblo se cruza el rio sobre la pared del embalse; para transitar, el resto de nuestro viaje,  hasta Peso da Regua por la orilla sur.

Hacemos un alto en la entrada del muro que retiene y amansa al rio.

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Pocinho. Panorámica desde la pared del embalse

Desde la pared del embalse en Pocinho hay una bonita vista del puente de hierro del ferrocarril que cruza el Duero. Desde aquí sale un tren, con versión turística en verano, que hace el trayecto entre Pocinho y Peso da Regua. El trazado ferroviario transcurre pegado al cauce del rio. El paisaje y los lugares que atraviesa deben ser espectaculares. Es uno de los recorridos pendientes que nos queda en esta zona y, seguro, volveremos para realizarlo en tiempo más favorable. No hace falta esperar a la temporada veraniega para que circule el tren turístico. Un convoy regular atraviesa la zona todos los días y se puede hacer un trayecto de ida y vuelta Pocinho-Pinhão, o Pocinho-Peso da Regua, en el mismo día.

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El Duero, retenido en el embalse de Pocinho

En el embalse se puede dar un buen paseo, bien recorriendo la pared, o por la carretera que remonta el Duero, hay una gran vista del rio y los viñedos que lo circundan.

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La estampa del puente férreo sobre el Duero solo se ve degradada por el humo que desprende la fábrica de cemento instalada al lado del pueblo.

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Vila Nova de Foz Còa

Nuestro viaje abandona por unos kilómetros la cercanía del rio. A 6 km de Pocinho está Vila Nova de Foz Còa y nos acercamos a conocerlo. Merece la pena, el pueblo está situada en la cresta de uno de los montes y hay buenas vistas del entorno, vemos otros pueblecitos blancos salpicando las laderas cercanas.

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En Vila Nova de Foz hay una interesante Iglesia. Conserva el techo de la nave central en madera policromada y es curioso observar la inclinación que tienen las columnas que separan la nave central de las laterales. El terremoto de Lisboa dejó huella. Vistas desde atrás no dan mucha impresión de seguridad, pues la inclinación hacia el exterior se aprecia a simple vista. Hay misa y no prolongamos mucho la visita. Fuera, en la típica y cuidada plaza, ya han colocado el nacimiento.

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Paseamos por la calle más comercial –peatonalizada- y hacemos algunas compras en esas tiendas portuguesas que nos recuerdan a las de aquí de los años 70. Las típicas de ultramarinos donde venden de casi todo. Las primeras botellas y dulces llegan al fondo del maletero, nunca se sabe donde habrá otra oportunidad…

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Zona comercial en Vila Nova de Foz

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El próximo destino es la estación de ferrocarril de Ferrosende. Desde Pocinho la carretera abandona la compañía del Duero y no volvemos a ver el rio hasta llegar al mirador de Vargelas.

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Es un trayecto, de unos 30 Km, por los montes situados al sur del Duero. Se hacen bien, por vías de segundo y tercer orden –apenas encontramos un coche-. Subiendo y bajando por sinuosas carreteras y con alguna quinta como vecina. Bonitas vistas de viñedos, olivos, algún naranjo y otros frutos que nunca habíamos visto en el árbol. Por ejemplo, los kakis. Veíamos lo que parecía unos extraños naranjos, con los frutos en la rama y sin una sola hoja, hasta que, ya cerca, vemos que son kakis.

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Se suceden subidas, bajadas, curvas, contracurvas y pueblos diminutos. Vamos bajando y nada más cruzar el pueblo de Olas aparece un paisaje fantástico.

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Nos reencontramos con el Duero. Estamos en el mirador de Vargelas, situado en la parte alta de la quinta del mismo nombre.

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Nos quedamos a  pasar un buen rato y disfrutar de la vista que nos ofrece un día de invierno que más parece de primavera.

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Quinta de Vargelas, desde el mirador

Desde el mirador, vemos el pueblecito y la Quinta de Vargelas, otros pueblos salpican las orillas del Duero.

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Puente de Ferradosa, aquí el tren cambia de orilla. El pueblo semioculto por los arboles

Hacia el lado izquierdo ya vemos la estación y el pueblo de Ferradosa, al pie mismo del rio; y el bonito puente de hierro verde, donde el ferrocarril pasa a circular por la vertiente norte de Duero.

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Los bancales dibujan la particular geometría de este paisaje único.

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Es la hora de comer en Portugal –más de la 1- y bajamos buscando la estación de Ferradosa. He leído que fue transformada en restaurante y es un sitio agradable para comer acompañados con la vista del Duero. Tengo mis reservas de si estará en funcionamiento en esta época del año. Llevamos recorridos unos cuantos kilómetros y no encontramos más viajeros por la zona.

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Cais da Ferradosa, reconvertida en restaurante

Completamos la bajada y nos desviamos por la carretera que indica el pueblo y la estación. Parece estar cerrada… y en efecto, lo está. Aunque no debe cerrar todos los días, tal vez los domingos abra, pues la terraza está montada, y a través de las cristaleras vemos el interior con las mesas puestas esperando a los visitantes…. Pero hoy no toca,  nos quedamos con las ganas de comer a orillas del Duero. Además del servicio de restaurante, en época de buen tiempo ofrecen un paseo en barco.

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Nos conformamos con acercarnos hasta una quinta semiderruida y abandonada que hay cerca de pueblo y hacer algunas fotos del puente de Ferradosa. Habríamos quedado más tiempo sino fuera por la amenaza del ayuno…

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Seguimos nuestra ruta, a la altura de la Quinta da Valeira  nos desviamos por la carretera que nos llevará a S. Joao da Pesqueira.

Es uno de los pueblos grandes de la zona y llevamos en el GPS una referencia donde comer… o eso creemos. La hora apremia, no queda tiempo para desviarnos al cercano mirador de San Salvador del Mundo. Sobrepasamos el desvió que lo señaliza y seguimos hacia S. Joao… Dicen que las vistas son magnificas; queda para otra vez.

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Ultimo vistazo, dejamos atrás Ferradosa

Esperábamos encontrar una localidad más atractiva, pero S. Joao resultó ser un poblachón grande y sin atractivo. Menos me gustó aún, cuando, tras varias pasadas, el GPS no encontraba la dirección del restaurante; o mejor dicho, si la encontraba, pero no había restaurante por ninguna parte. Vuelta por un lado, vuelta por otro y la “Casa Regional do Forno” que no aparece. Aparcamos el coche y caminando no fuimos capaces de encontrarlo. Ahora veo en Google que seguramente está en el único sitio que no miramos, semi oculto por un jardincillo que lo separa de la dirección exacta que llevábamos.

Poco más vemos en S. Joao, no encontramos ningún sitio apetecible para quedarse. Un desastre. Llevamos cerca de una hora en el pueblo y nos vamos asumiendo que hoy hacemos ayuno forzoso.

Si no llenamos el estomago llenaremos el espíritu con las vistas del paisaje hasta Pinhão. Allí veremos si hay algo para comer… o merendar.

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Viñedos, entre Ervedosa y Pinhão

Apenas 6 Km. y entramos en Ervedosa. Pequeño y con encanto, rodeado de viñedos. La carretera atraviesa el centro y vemos que está mucho más animado que S. Joao da Pesqueira; entre otras cosas porque ya han comido y los parroquianos salen a tomar el café o dar un paseo aprovechando la bondad de la tarde. Hay varios bares muy animados.  Vemos una casa en la orilla de la carretera que se anuncia como restaurante, sin pensarlo mucho, hacemos el ultimo intento.

Las xanas del Douro no van a dejarnos sin comer. Han elegido el sitio por nosotros. Aterrizamos en la Toca da Raposa. Barra y restaurante con decoración moderna, abierto a finales del 2011 y que resulta ser un espacio dinámico que promociona la gastronomía y vinos de la región.

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A esta hora estamos solos en el comedor, pero nos presentan una carta como Dios manda, variada y repleta de platos típicos de la zona;  algunos más debido a unas jornadas de promoción de la cocina con calabaza que acaba al día siguiente. Comemos muy bien.

El jefe de sala, como está ocioso pues somos los únicos clientes, se presta a darnos todo tipo de explicaciones sobre el vino que eligió para acompañar la comida. Un tinto de la nueva y cercana Quinta do Pessegueiro, resultó un buen encaje con el cabrito asado al vino de Oporto.

Para rematar probamos algunos postres de las jornadas de promoción de la calabaza y tuvo la iniciativa de acompañarlos, con gran acierto, con unas copas de Porto - tawny y LVB- excelentes. No faltaron los comentarios sobre las diferentes clases y características del Oporto. Entre postres, porto y conversación son cerca de las 5 de la tarde, así que nos vemos obligados a poner fin a la agradable sobremesa si no queremos salir de allí de noche.

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En la última parada bajando hacia Pinhao, ya con poca luz, vemos casualmente la Quinta do Pessegueiro. Inconfundible por su diseño ultramoderno y la zona acristalada en forma de T. Nos contaron durante la comida que el francés Roger Zannier –propietario del grupo de moda que lleva su nombre- ha invertido 5 millones de euros en construirla.

Los días son cortos, muy cortos, en esta época del año. Una lastima. Llegamos a la altura de Pinhão casi anocheciendo.  El trayecto Pinhão-Peso da Regua, -“la carretera más bonita de Portugal”- lo hacemos de noche cerrada. 

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Nos vamos directamente al Hotel Delfim Douro. Para alojarnos dudamos entre elegir una Quinta –como en el viaje anterior- o uno de los hoteles que hay a orillas del Duero. Nos decantamos por el DD, situado frente a Peso da Regua y resultó un acierto. Es nuevo, inaugurado en 2012, construido sobre la antigua Quinta do Loureiro, resultó cómodo y con unas vistas excelentes sobre el Duero.

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Todavía quedó tiempo y ganas para intentar hacer una foto nocturna del Duero y Peso da Regua. La terraza de la habitación tiene acceso directo al jardín y las viñas sobre el rio. La imagen superior fue lo mejor que pude conseguir. La luces de Peso da Regua bajo un cielo estrellado de Diciembre. De noche, con aperturas por encima de los 5 segundos y sujetando la cámara contra un muro; a ver si no se movía mucho… Por supuesto, se mueve.

MAPA DEL RECORRIDO:  POCINHO – PESO DA REGUA

Mapa Duero Vinhateiro

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