viernes, 22 de marzo de 2013

Viaje a Marrakech (Marruecos)

Así se preparó el viaje

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Atardecer sobre la Jemaa El Fna

Regresamos tras pasar seis días en Marrakech. Estas son algunas notas sobre los preparativos del viaje y las primeras impresiones en la ciudad roja.

Volamos con Iberia y una de las semanas de huelga programada coincide con nuestra fecha de partida. Así que, hasta el último momento, estamos con la incertidumbre de si podremos viajar o habrá que anular las reservas que tenemos.

Nos afecta la segunda semana de huelga, y cuando publican los listados comprobamos que nuestro vuelo está entre los anulados. Contactamos con iberia –en esto no se parece a las compañías low cost- y vemos la posibilidad de reubicarnos. En vez de salir el jueves y regresar el Marrakech-29martes, volaremos de viernes a miércoles; así podemos mantener nuestros planes. Solo falta arreglar el tema del hotel. Consultamos con Booking la posibilidad de retrasar la entrada y la salida un día en el mismo alojamiento que tenemos reservado, para no tener que anularlo y buscar otro.

Volando sobre el sur de la Península.

Hay suerte y es posible ajustar las fechas del hotel a los vuelos programados. Teníamos nuestras dudas, pues en la reserva del Riad habíamos elegido la habitación que íbamos a ocupar.

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En el Riad, el típico patio

Para alojarse en Marrakech hay dos opciones claras. Hoteles modernos en la zona nueva o un Riad en la Medina. El atractivo de la zona nueva es limitado –como tendremos ocasión de comprobar-. Siguiendo los consejos de otros viajeros buscamos alojarnos en un Riad dentro de la Medina. Hay cientos de ellos, en su mayoría propiedad de extranjeros, de todos los precios y todos los gustos. Comencé buscando un poco perdido, hasta que cayó en mis manos un artículo en El Mundo donde daba a conocer varios Riad propiedad de empresarios españoles. Los recomendaban por su excelencia; pude corroborar lo expuesto en el reportaje con las opiniones de los usuarios en Booking y Tripadvisor.

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Elegimos el Riad de la Belle Epoque, hotelito con encanto de siete habitaciones, decoradas al estilo marroquí y con objetos y muebles tipo Art Decó. Cada habitación lleva el nombre de una mujer relevante durante la Belle Epoque, y así se denominan Anita Delgado, Karen Blixen, Josephine Baker… todas diferentes y personalizadas. Es posible elegir la que deseamos ocupar durante nuestra estancia. Todas dan al patio del Riad, donde hay una pequeña piscina y las estancias comunes donde descansar o desayunar. En la azotea una buena terraza con hamacas para tomar el sol y zona de estar sombreada. Un buen lugar para descansar a media tarde.

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El staff que lo atiende está formado por media docena de personas marroquíes, en su mayoría hablan español. Profesionales y siempre dispuestos a darnos la mejor atención, resolver nuestras dudas y preguntas –fueron unas cuantas-. El joven Manager –Rahhal- no pasa desapercibido por la facilidad de trato que tiene, siempre comunicativo y disponible. Todos ellos hicieron más agradable y cómoda nuestra estancia.Marrakech-28

A toro pasado, comento las ventajas o inconvenientes de alojarse en la Medina o la ciudad nueva. Una gran ventaja del Riad es su ubicación, siempre estarás a una corta distancia de los principales atractivos de Marrakech, la plaza Jemaa El Fna, la Madraza, palacios, museos y zocos están a una distancia que se recorre en un agradable paseo. Nosotros estábamos al norte de la Medina, a unos 10 minutos caminando de la plaza. Podíamos llegar a ella por una zona con tráfico o a través de calles peatonales y comerciales.

Alojarse en un Riad permite conocer y vivir unos días en una construcción tradicional de Marrakech, reacondicionada con todas las comodidades. El inconveniente es esa misma ubicación a determinadas horas. Creo que en su mayoría los Riads están en alguno de los múltiples y laberinticos callejones de la Medina; así que, según el carácter del viajero, en horas tardías de la noche se puede sentir algo más que respeto al adentrarse en ellos.

En la zona nueva predominan los hoteles internacionales. Supongo que alojarse en uno de ellos será parecido a lo que conocemos en otras ciudades, con servicios e instalaciones según su categoría y precio. El mayor inconveniente es la distancia a la Medina y el limitado atractivo de la ciudad nueva.

Si he podido apreciar una ventaja de los que se alojan fuera. En sus calles y negocios no se está sometido a la presión que –una minoría- ejerce sobre el turista en el interior de la Medina –soportable, pero puede llegar a cansar-. En la zona nueva hay ambiente europeo y locales para moverse de noche.

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Jemaa El Fna, las parrillas humeantes anuncian la hora de la cena

Nuestros paseos nocturnos -instalados en la Medina- acabaron siempre en la plaza. Adentrarse en otros lugares suponía “quemar un extra de adrenalina” por ir pendientes del entorno. Recorriendo la ciudad nueva nos divertimos echando de menos esa falta de presión; allí nadie nos hacía caso, ni un occidental atrae la atención como en la Medina recorriendo ciertas zonas. El viajero debe sopesar las ventajas e inconvenientes de la elección, según sus gustos y preferencias.

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En la Medina, uno de los innumerables mercados

Sobre Marrakech leímos guías y contrastamos opiniones y comentarios. Las guías nos acercaron al Marrakech turístico y los comentarios y relatos escritos por otros viajeros nos llevaron al Marrakech real. Estos últimos resultaron imprescindibles, moviéndonos por la ciudad a nuestro aire se dan situaciones, que si vas sobre aviso, afrontas de otra manera. Resultó útil conocer la especial “idiosincrasia” de los lugareños que abordan a los turistas, el conocimiento previo nos permitió intuir cosas que habrían pasado desapercibidas. Asimismo, encontramos ejemplos en la red como esa falta de “conocimiento del medio” hizo pasar algún mal rato o subió a niveles indeseables el stress de otros visitantes.

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Viajamos en coche hasta el aeropuerto de Barajas. Por suerte cada vez hay más opciones para dejar el vehículo. Elegimos el servicio de Parking10. Funcionó bien. Cuando estamos a 20 minutos del aeropuerto tenemos que avisar de nuestra llegada para la recogida del coche en la T4-Salidas. Nos llaman ellos antes, pues vamos con retraso sobre la hora de entrega prevista. Trámites rápidos con un operario y nos olvidamos del coche hasta el miércoles. La vuelta, igual de efectiva. Llamada cuando aterrizamos y tras esperar por las maletas, desplazarnos desde la T4 satélite a T4-Salidas, recogemos el coche y emprendemos el regreso. Cae una buena nevada al salir del túnel de Navacerrada, volvemos al crudo invierno.

Aguadores en la plaza Jemaa El Fna

La competencia ha hecho que mejoren los precios, en este caso 41€; recuerdo haber pagado mucho más hace años por el mismo servicio. Por unos euros menos –no más de 10- se puede dejar el coche en el hotel SHS, o en algún servicio de parking fuera del aeropuerto –p. ej. Lomcar-, desde donde te llevaran a la terminal, si bien el elegido resulta más cómodo, llegas en tu vehículo hasta la puerta de la terminal de salida y evitas traslados en microbús y paseos con las maletas.

Comenzamos el viaje cambiando el invierno de León, y la lluvia que nos despide en Barajas, por los 25º a nuestra llegada a la ciudad roja. Dos horas de vuelo y tenemos a la vista Marrakech desde el aire. Esperábamos un terreno más desértico, pero la abundancia de agua hace que la ciudad esté rodeada de zonas verdes. Distinguimos campos de olivos y naranjos. Una bonita vista con las montañas nevadas del Atlas a espaldas de la ciudad. El aeropuerto de Menara es pequeño y rápidamente tenemos nuestra maletas, pasamos el control de pasaportes y buscamos al conductor que hará el transfer.

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Transporte turístico por excelencia: La calesa

Siguiendo los buenos consejos leídos en los foros contratamos el transfer con el hotel, seguro que resultó más caro pero ganamos en comodidad. Como bien decía un viajero, te evitas el primer cabreo nada más bajar del avión, seguramente cansado y con ganas de llegar a tu alojamiento. El taxi no llegará hasta la puerta del Riad, y que nos deje en un lugar cercano de la Medina puede ser complicado –hasta que no conoces el sitio-. Además hay que regatear el precio, con lo que ya entras en el primer tira y afloja, cuando lo que tienes ganas de de llegar a tu destino.

Inolvidable el primer contacto con el ambiente local. El traslado desde el aeropuerto de Menara a la Medina nos deja una muestra de cómo se “maneja” por aquí.

Son las 3 de la tarde, hay mucho tráfico y en la carretera de dos carriles en cada sentido se mezclan coches, bicis, infinidad de ciclomotores, motocarros y pequeñas carretas tiradas por un burro. En ellos se transporta todo tipo de mercancía. Un caos organizado donde cada uno circula o adelanta por el carril que le parece. Con las rotondas llegan las emociones más fuertes, parece que la preferencia viene determinada por el volumen del vehículo; entre más grande más preferencia.

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Koutoubia. El alminar de la mezquita, punto de referencia en Marrakech

Dentro de la Medina todavía más emocionante, las anchas avenidas exteriores dejan paso a calles estrechas donde apenas hay espacio para dos vehículos, pero nunca nos detenemos. Circulamos entre motos, bicis y peatones, pasamos rozándolos, vemos como en muchas calles no hay aceras.

En la plaza Larousse nos deja el taxi y un empleado del Riad nos espera para acompañarnos. Viendo las callejuelas que atravesamos hubiera sido “tela marinera” cargar las maletas y buscarlo…

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Comercio local. La pollería, detrás el genero vivo; más fresco imposible

Llegar al Riad siempre será un momento de relax y descanso. No falta un té con menta y pastas de bienvenida mientras Rahall nos da las primeras indicaciones para movernos por la Medina y un mapa de la misma; como ya sabemos su utilidad es limitada. Los laberintos no se cartografían.

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La animación incesante de la plaza. Por sí sola es todo un mundo.

La primera preocupación es si aguantaremos 6 días sin ser arrollados por algún vehículo. En los días siguientes aprendemos que en Marrakech “todo fluye”. No hay que detenerse nunca, da igual si te desplazas en coche, moto, bici o caminando. Si vas por la calle o el zoco y sientes detrás de ti una moto o el carrito tirado por un burro, no pares para cederle el paso, el resto de transeúntes y vehículos te superará y solo lograras organizar un pequeño cacao. Pasa como puedas y por donde puedas; acelera o aminora la marcha, nunca te detengas. Además, si eres “nuevo” y te paras, o das sensación de estar pensando el camino a tomar, al momento tendrás un moscón a tu lado con una conversación que, por repetitiva, perderás la cuenta de las veces que la has oído en las primeras 48 horas: “Españoles…. de donde?…”… De sacar el mapa ni hablamos…

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Nos acostumbramos a ceder el paso –por la cuenta que nos trae- y reímos cruzando calles y avenidas de varios carriles con el complejo de sentirnos una liebre en una autopista. Coches, motos y bicis nos esquivan mientras atravesamos la calzada… la intención de tocar el freno ni se adivina.

Por delante unos días para recorrer Marrakech. Nuevas costumbres y todo un mundo de contrastes que se percibe y nos sorprende  nada más bajar del avión. No se parece, ni por asomo, a ningún otro lugar que hayamos conocido.

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